Alma no cree en la reencarnación, piensa que no hace falta ser tan Hippie.

Alma dice que sin los demás, sin el otro, cualquiera dejaría de existir.

Alma no se cree espiritual sino que se siente así porque inspira e espira inspira e espira...

Alma dice que el Alma no es una realidad sensible y, por tanto, no puede ser estudiada por la ciencia. Lo tiene claro.

Alma sabe que la danza es abstracta por eso siempre que hay un hueco entre movimiento y movimiento se mete dentro, baila sin control, deja salir la locura, se expone sin miedo a la mirada de todos. Dice que si no se hace así se perderá para siempre el fuego que habitan las cosas.

Alma es un proyecto de danza y vuelo vertical que comienza su investigación adentrándose en la poética que se puede generar al estudiar y comprender la fisicalidad de un objeto aparentemente muy simple: Una cuerda que cuelga del cielo de un teatro.

La práctica nos ha llevado entender que los cuerpos de la danza son en si mismos un centro de estudio empírico acerca de cómo nos movemos. Un estudio que parte de la observación de sus propias mecánicas cognitivas hacia un intento de comprender qué es lo que las mueve.

Es en este punto "el intento de comprender qué es lo que las mueve" donde un sujeto o cosa ha tomado el protagonismo de nuestra pieza de danza para hacerse llamar Alma, y nos aclara con susurros no muy simpáticos, de manera cercana pero mirándonos tras un velo de misterio, que Alma no es hippie.

La tentativa de Comprender qué es lo nos mueve se asemeja al intento de comprender qué es lo que nos mueve actualmente a hacer lo que hacemos como personas o colectivo social. Esto también nos lleva irremediablemente a preguntarnos qué es lo que nos sostiene o nos hace ser resistentes para seguir danzando como comunidad creadora de lenguajes.

Los lenguajes, la necesidad del Ser por encontrar una forma que exprese aquello que todavía no podemos explicar, los lenguajes, los lenguajes emergentes, las reformulaciones de identidad y genero, la amoralidad estética que expresa una juventud que se revela contra una moral que ha perdido toda credibilidad, las nuevas formulaciones del todo vale en la calle, en lo político y sus gestiones, el desarrollo siempre teórico de la idea de igualdad y su imposibilidad de igualarse, el vivero de spam que habita el corazón de la experiencia del cual emergen danzas de la costumbre televisiva, la superproducción de obsolescencia programada, el ruido, la imagen del ruido, la imagen que se nos devuelve de nosotros mismos una y otra vez, la imagen del ruido es quizá el alma o el ánima que nos mueve hoy en día.

Ante todo este mosaico de ruidismo productivo y bien coreografiado, nos preguntamos seriamente: ¿qué es lo que podemos danzar hoy en la escena?